Cerbero Atocha se encontró con el cuerpo tirado sobre la acera justo en el momento que iba a cruzar la calle. No había nadie pero le extrañó que a pesar de su retorcida posición, nadie hubiese parado a socorrerle o al menos saber que le sucedía. Se acercó lentamente e intentó percibir algún signo vital. Aunque tenia prisa, la curiosidad hizo que intentase reconocer a aquel señor que podía ser su vecino. Extendió la mano y cuando casi le tocaba un grito sordo le asustó "¡No!" corrió a esconderse y ocultó trató de comprobar quien le había increpado, levantó más la cabeza y pudo ver al cuerpo que seguía inmóvil. Siguió esperando, sin descubrir nada nuevo. Cuando oyó unos pasos que se acercaban, alguien se agachó sobre el cuerpo y sólo se atrevió a repetir "¡No!".
PD.: Reintrepretación de el relato de Benedetti "Vivir adrede".
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